El dhar­ma y el yoga

El sán­scrito tiene muchas pal­abras pro­fun­das y her­mosas. Una de ellas es “Dhar­ma”.

El dhar­ma no es una ide­ología de un grupo, una religión conc­re­ta o una filosofía. No es ningún “ismo”. El dhar­ma es la nat­u­raleza o cual­i­dad intrínse­ca y orig­i­nal. A niv­el per­son­al, tam­bién podría tra­ducirse como deber, pero en real­i­dad el dhar­ma no es un deber. El dhar­ma es la cual­i­dad intrínse­ca, la propiedad esen­cial. Por ejem­p­lo, el fuego arde porque su dhar­ma es el calor; ésa es su cual­i­dad esencial.

Aho­ra bien, ¿cuál es la nat­u­raleza esen­cial, cuál es el dhar­ma de los seres humanos? El dhar­ma humano es la Ver­dad. Es Satchi­danan­da: Exis­ten­cia, Con­cien­cia, Dicha. Es Sathyam, Shiv­am, Sun­daram, Ver­dad, Aus­pi­ciosi­dad, Belleza. Sí, en efec­to, estas cual­i­dades con­sti­tuyen nue­stro dhar­ma; con­sti­tuyen nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza. Pero vivi­mos en el olvi­do de nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza; olvi­damos la dicha y la paz innatas que somos. En lugar de ello, nos exper­i­men­ta­mos llenos de estrés, apego, cod­i­cia y celos. Inclu­so parece que estas cosas son nues­tra ver­dadera naturaleza.

Pero esto no puede ser. ¿Por qué no? Estas cosas son adi­ciones; no son idén­ti­cas a nues­tra Ver­dadera Naturaleza.

Nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza no puede estar sep­a­ra­da de lo que somos. Nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza está siem­pre con nosotros. Nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza somos nosotros. Las cosas malas son como el pol­vo en un espe­jo: son cober­turas. El espe­jo siem­pre tiene la capaci­dad de refle­jar, pero a veces está com­ple­ta­mente cubier­to de pol­vo. En cier­to modo, entonces se “olvi­da” de refle­jar. Lo mis­mo ocurre con nosotros: no podemos perder nues­tra Ver­dadera Nat­u­raleza, pero podemos olvi­dar lo que somos.

¿A qué se debe esto? Des­de que nace­mos, se nos entre­na para mirar con­tin­u­a­mente al exte­ri­or, por lo que recibi­mos mucha infor­ma­ción e impre­siones exter­nas
que se nos pegan.

Mira una araña. La araña hace una tela. Se cuel­ga en ella; a veces inclu­so la dis­fru­ta uti­lizán­dola como colum­pio. Pero si sigue cre­an­do una tela cada vez más grue­sa, ella mis­ma se enredará en ella y entonces, al igual que las moscas que atra­pa, morirá. Lo mis­mo ocurre con nosotros. Nos dirigi­mos hacia el exte­ri­or. Nos gus­tan las cosas y las activi­dades exte­ri­ores. Pero cada vez más, nos enredamos en ellas. Nos quedamos atas­ca­dos. Nos asfixiamos.

Pero nues­tra Nat­u­raleza Real, nue­stro dhar­ma, no se ha perdido.

Sigue estando ahí. Nues­tra lib­er­tad inte­ri­or sigue ahí. Es nosotros; nun­ca puede sep­a­rarse de nosotros. Las impurezas lle­garon, por lo que tam­bién pueden irse. Pero el dhar­ma es nues­tra nat­u­raleza; nun­ca vino, así que nun­ca se irá. Supong­amos que seguimos una deter­mi­na­da prác­ti­ca espir­i­tu­al. Si durante esta prác­ti­ca nos cen­tramos pro­fun­da­mente en la oración que esta­mos recitan­do o en el mantra que esta­mos repi­tien­do, has­ta cier­to pun­to nues­tra mente se desviará de nues­tras impurezas. Por eso hay muchas for­mas de vol­verse puro, de lib­er­arse. Muchos sid­dhan­tas, o enseñan­zas tradi­cionales, hacen hin­capié en el Nishka­ma Kar­ma yoga. El Nishka­ma Kar­ma yoga es actu­ar sin interés pro­pio. Actu­ar, realizar el kar­ma con interés pro­pio nos vuelve codiciosos.

Por esta razón, el Señor Krish­na dijo: ‘Al actu­ar, no te cen­tres en el fru­to, no ansíes el resul­ta­do. Da impor­tan­cia al kar­ma, a la acción en sí mis­ma; no des impor­tan­cia al resul­ta­do, a la consecuencia’.

Supón que el fru­to no lle­ga, entonces no te moles­ta porque estás cen­tra­do en el kar­ma, en la activi­dad. Pero la may­oría de la gente se cen­tra en el resul­ta­do. Inclu­so dicen: ¡nos gus­ta hac­er menos, pero esper­amos resul­ta­dos aún más pos­i­tivos de nues­tras acciones! El nishka­ma kar­ma es el antí­do­to con­tra esto. Es la metodología para lib­er­arse de los ape­gos. Entonces ten­drás menos ira, menos miedo, menos celos. Así que el Nishka­ma Kar­ma yoga te lib­era de las impurezas y las cosas malas.

Otro enfoque gen­uino de la espir­i­tu­al­i­dad es el Bhak­ti yoga, el yoga de la devo­ción. Supón que recibes un mantra de tu gurú. Entonces repíte­lo o cán­ta­lo con devo­ción. Toma como ejem­p­lo a Sri Chai­tanya (1486–1533). Siem­pre esta­ba can­tan­do Hare Krish­na, Hare Rama,… el mantra que recibió de su mae­stro. Entonces, un día
des­cubrió que no se esta­ba can­tan­do a sí mis­mo, sino que el mantra, de for­ma automáti­ca, esta­ba en su inte­ri­or con­tin­u­a­mente. Cuan­do esto ocurre, se cruza la fron­tera de las impurezas. De este modo,

el Bhak­ti yoga te lle­va a la meta.

El Jnana yoga, el camino del conocimien­to, es un camino difí­cil. Por lo gen­er­al, el mae­stro te dará uno de los “mahavakya”, los “grandes dichos” de los Upan­ishads, como “Aham Brah­mas­mi”, que sig­nifi­ca: “Yo soy la Total­i­dad, la Real­i­dad Últi­ma o Brah­man”. Al prin­ci­pio tienes que uti­lizar el int­elec­to para pon­er en mar­cha el pro­ce­so. Pro­gre­si­va­mente
irás pro­fun­dizan­do en este mahavakya.

En un momen­to deter­mi­na­do puedes ten­er la real­ización que se expre­sa en el sigu­iente verso:

Om
Pur­na­madah Pur­nami­dam
Pur­nat Pur­na­mu­dachy­ate
Pur­nasya Pur­na­ma­daya
Pur­name­va Vashishy­ate
Om shan­ti, shan­ti, shanti

El sig­nifi­ca­do de este slo­ka, que es la invo­cación a la paz al prin­ci­pio del Isha Upanisad, es: “OM”. “Eso” es “Pleno”. “Esto” es “Plen­i­tud”. La Plen­i­tud surge de la Plen­i­tud. Qui­tan­do la Plen­i­tud de la Plen­i­tud, la Plen­i­tud seguirá existien­do’. Así que cuan­do ten­gas éxi­to, te fundirás en esa Plen­i­tud abso­lu­ta. Sin embar­go, el prob­le­ma es que para muchos aspi­rantes, la real­ización sólo per­manece en el niv­el del int­elec­to. Gen­eral­mente, el Jnana Yoga sólo recoge infor­ma­ción en la mente.

La realización se expresa
en el siguiente verso

Om
Pur­na­madah Pur­nami­dam
Pur­nat Pur­na­mu­dachy­ate
Pur­nasya Pur­na­ma­daya
Pur­name­va Vashishy­ate
Om shan­ti, shan­ti, shanti

Es como el bor­ra­cho que sabe que no debería beber. A niv­el int­elec­tu­al, tiene esta com­pren­sión, esta toma de con­cien­cia; sin embar­go, no puede dejar su mal hábito. No puede lib­er­arse de él.

Del mis­mo modo, muchos jna­nis cono­cen la lib­er­tad sólo int­elec­tual­mente, pero no son libres.

El jnana debe estar en el niv­el de “rita­mb­hara pragya”, la Sabiduría por­ta­do­ra de la Ver­dad de la que hablan Patan­jali y otros. Esto sig­nifi­ca que tu Corazón, tu Esen­cia, debe con­tener este jnana, no tu mente. Aho­ra lleg­amos al yoga clási­co, el yoga de los ocho miem­bros, o ash­tan­ga yoga, tal como lo expli­ca el Rishi Patan­jali en los Yoga-sutras. Los ocho miem­bros rep­re­sen­tan ocho pasos, empezan­do por lo que hay que hac­er y lo que no hay que hac­er en yama y niya­ma. Luego vienen la esta­bil­i­dad y la soltura en la pos­tu­ra y la sen­ta­da (asana). El sigu­iente paso tra­ta de la reg­u­lación y la exten­sión del prana medi­ante la res­piración (pranaya­ma), y luego lleg­amos a la reti­ra­da de los sen­ti­dos de los obje­tos exte­ri­ores (pratya­hara), a la con­cen­tración (dha­rana) y a la med­itación (dhyana) que con­ducen al samad­hi. No es un camino fácil.

Se nece­si­ta un Mae­stro ade­cua­do y una atmós­fera prop­i­cia para pro­gre­sar paso a paso. Debe haber una guía en cada etapa.

Hoy en día, estos req­ui­si­tos nece­sar­ios son difí­ciles de encon­trar. Además, una prác­ti­ca fun­da­men­tal es “Ish­vara pranid­hana”. Tienes que con­fi­ar ple­na­mente en Dios y entre­garte a Él. En nue­stro mun­do mod­er­no, mucha gente sólo prac­ti­ca el yoga para estar más sana. El yoga en la may­oría de los estu­dios de yoga es una farsa. Ya no tiene ningu­na dimen­sión espir­i­tu­al. Con este enfoque del yoga, no se puede pro­fun­dizar. Muchas per­sonas dicen que no nece­si­tan la espir­i­tu­al­i­dad. Dicen que encuen­tran mucho plac­er en el mun­do. Pero cada plac­er lle­va con­si­go la semi­l­la del deseo de volver a ten­er ese plac­er y el miedo a perder­lo. Tam­bién afir­man que encuen­tran la lib­er­tad en el mun­do. Pero como el plac­er no apor­ta una feli­ci­dad duradera, la lib­er­tad que creen ten­er es la lib­er­tad que siente un per­ro que está ata­do a una cuer­da larga.

El ani­mal pien­sa: ‘Puedo ir aquí; puedo ir allí. Puedo ir de esta esquina a la otra’. Pero esto no es la ver­dadera lib­er­tad. La gente lucha por la lib­er­tad, pero no sabe lo que es la ver­dadera lib­er­tad. De hecho, creemos que somos libres, pero no lo somos. No nos sen­ti­mos ver­dadera­mente libres y felices. Mien­tras este­mos enreda­dos en nues­tras propias impurezas no podemos ser libres, es sólo una ilusión de lib­er­tad. Pen­samos que mien­tras no teng­amos que seguir ningu­na regla o dis­ci­plina podemos hac­er lo que queramos.

Pen­samos que la lib­er­tad sig­nifi­ca tomar siem­pre nues­tras propias decisiones.

Pero sólo podemos ser real­mente libres cuan­do nos lib­er­amos de la ilusión. Sólo a par­tir de ese momen­to somos capaces de realizar nue­stro dhar­ma. Tam­bién nosotros, los yogu­is, seguimos reglas y nor­mas. Todo el uni­ver­so sigue algún tipo de dis­ci­plina. La nat­u­raleza sigue una deter­mi­na­da dis­ci­plina
y se siente feliz. No hay celos entre las plan­tas. Así que los reglamen­tos deben estar ahí.

La may­oría de la gente vive en una atmós­fera cod­i­ciosa y llena de celos. Esto hace que la prác­ti­ca de Jnana yoga, Hatha yoga, Ash­tan­ga yoga sea muy difí­cil porque nues­tras mentes están infec­tadas. Se vuel­ven estre­chas. Yo mis­mo prac­tiqué mucho el yoga. Tam­bién he segui­do la prác­ti­ca del Vedan­ta. Pero el shak­ti­pat es úni­co. Con el shak­ti­pat, uno obtiene inmedi­ata­mente una visión del Ser, de nues­tra Nat­u­raleza Div­ina. Cuan­do uno ha recibido shak­ti­pat, y cuan­do ha cul­ti­va­do una visión pro­fun­da de la ilusión de este mun­do, puede lib­er­arse fácilmente.

Mi guru­ji, Swa­mi Shiv­om Tirth Maharaj, solía decir que los resul­ta­dos rápi­dos depen­den de lo sigu­iente
- Un pro­fun­do interés por la Ver­dad más ele­va­da, un ver­dadero sen­timien­to de año­ran­za de Dios. Este interés, este anh­elo de la Ver­dad es real­mente impor­tante. Para ello, el shak­ti­pat ayu­dará real­mente a los bus­cadores pro­fun­dos.
- Un lina­je ade­cua­do y un ver­dadero Mae­stro que pertenez­ca a este lina­je.
- La devo­ción al lina­je de los Mae­stros. Sin embar­go, cuan­do uno con­sigue vis­lum­brar la con­cien­cia supe­ri­or, la devo­ción ven­drá automáticamente.

Entonces el shak­ti­pat dará resul­ta­dos muy rápi­dos. Todos los demás méto­dos tam­bién dan resul­ta­dos, pero con el shak­ti­pat uno obten­drá visiones muy pron­to. Entonces la curiosi­dad y la aspiración cre­cerán muy fuerte.

He vis­to a muchos aspi­rantes que se han ilu­mi­na­do en poco tiempo.

Con el shak­ti­pat, el jivan­muk­ti, el esta­do de Lib­eración mien­tras se vive en un cuer­po físi­co, se hace posible.

El mal kar­ma, los peca­dos no tienen sentido.

¿Por qué no? No ten­emos ni idea del poder de Shak­ti. ¡Esta tremen­da Shak­ti dirige el uni­ver­so! En com­para­ción con ella, nue­stro mal kar­ma es total­mente insignif­i­cante. Al menos durante la med­itación, ¡libérate! Todos nue­stros cuer­pos: el cuer­po físi­co, el cuer­po de prana, el cuer­po de la mente,… no sig­nif­i­can nada.

Sólo existe Shakti.

¡Shak­ti está bailando!

¡Ese debe ser nue­stro obje­ti­vo, nue­stro enfoque! Hay una boni­ta his­to­ria en el Mahab­hara­ta sobre el poder de cen­trarse en el obje­ti­vo cor­rec­to. Dronacharya era un mae­stro de tiro con arco. En una ocasión, orga­nizó una com­peti­ción. Para ello invitó a los mejores arqueros de su tiem­po. Col­gó un pez en un palo. Dio la instruc­ción de apun­tar al ojo del pez. Vinieron muchos arqueros, pero todos fal­laron. Entonces le llegó el turno a Arju­na. Apun­tó su flecha y atrav­esó el ojo del pez. Los espec­ta­dores le felic­i­taron dicien­do: ‘Qué mar­avil­losa con­cen­tración tienes, eres capaz de pon­er tu aten­ción exclu­si­va­mente en el pez’. ‘En abso­lu­to’, respondió Arju­na: ‘¡No he vis­to ningún pez, sólo he vis­to un ojo!’ Entonces Dronacharya exclamó que, debido a su inten­sa capaci­dad de con­cen­tración, Arju­na era su mejor dis­cípu­lo. Así pues, la con­cen­tración o la con­cen­tración unívo­ca es el camino hacia la real­ización espir­i­tu­al. Durante la med­itación, cén­trate en Shak­ti. ¡Shak­ti está bai­lan­do! No sien­tas el cuer­po; no veas la mente, el prana, el entorno.

Sólo cén­trate en Shak­ti. Algunos me dicen que son demasi­a­do tími­dos para per­mi­tir que la Shak­ti tra­ba­je en públi­co. ¡No seas tími­do! ¡FÚNDETE EN LA SHAKTI! No te pre­ocu­pes por lo que puedan pen­sar los demás. Si te que­jas de que algu­nas per­sonas son rui­dosas, entonces no estás bien cen­tra­do en tu obje­ti­vo. Entonces no estás total­mente entre­ga­do a Shakti.

Con la med­itación shak­ti­pat, sólo tienes que dis­fru­tar, sin necesi­dad de con­cen­trarte en el chakra del Corazón o en cualquier otro chakra. Entonces verás que el pro­gre­so es muy rápi­do. ¡Shak­ti­pat fun­ciona de for­ma mul­ti­di­men­sion­al! He vis­to cómo ocur­rían muchos mila­gros con la gente.

Así que este es mi últi­mo con­se­jo: ¡Involúcrate ple­na­mente en el juego de Shak­ti!
Hari Om.

Artículos relacionados

Share